El casco urbano de Santa Pola tiene dos iconos inconfundibles: el castillo-fortaleza, que palpita como su corazón, y el palmeral, que durante siglos fue el límite oeste del pueblo. Más allá no había casi nada.
A principios de los años 80, el entorno del palmeral se convirtió en la zona de expansión urbana de Santa Pola. Hoy es difícil imaginar la vista de bancales y saladares que se podía contemplar desde allí. Son recuerdos de un pasado en blanco y negro.
Esos nuevos edificios de ladrillo rojo se convirtieron en el sueño de las nuevas familias. Pisos de generosas dimensiones, como los que se construían antes.
Si volvemos al siglo XXI, vemos que estos edificios no han perdido su encanto. Bien al contrario, han mejorado como el buen vino porque siguen ofreciendo un buen espacio habitable en un entorno que favorece la calidad de vida.
Hoy en día están totalmente integrados en el casco urbano, a cinco minutos a pie del centro. La gran diferencia es que buena parte de los servicios están ahora más cerca de aquí que de las casas del casco antiguo.
La gran arteria de la avenida Portus Illicitanus y su entorno se considera el segundo centro de Santa Pola, su actividad comercial y de servicios incluso ya le supera: supermercados, comercios de todo tipo, bares y cafeterías, colegios, centro de salud, farmacias, mercadillo, oficina de correos…
Pero quizá la mayor diferencia sea la amplitud de sus espacios: edificios abiertos a la vista del palmeral y su entorno, zonas ajardinadas, parques…
Por eso te puedes imaginar lo que podría ser tu vida en este piso de 101 metros, de piezas generosas que te están invitando a que las remodeles a tu gusto. Aquí podrías crear tu nuevo hogar en los amplios espacios de los 80 pero con el diseño y la funcionalidad del siglo XXI.
Otra cosa muy importante: precisamente este edificio se construyó pensando en que nosotros, en Santa Pola, vivimos casi todo el año en el exterior. De ahí el gran tamaño de sus terrazas, ideales para disfrutarlas sin apreturas.
Es más, por la situación de este piso el vecino más cercano lo tienes muy lejos, así que podrás estar tranquilo en tu terraza mirando las palmeras y la gente pasar.
¿Ponemos la guinda al pastel?
Pues ahí va: no necesitarás dar vueltas y más vueltas para aparcar. La parcela de la comunidad es tan grande que tiene una zona de parking con control de acceso para los vecinos.
Se te acabaron las excusas.
Ahora ya no puedes decir que no.
Pídenos una cita para visitar el piso porque, definitivamente, éste puede ser tu nuevo hogar
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